Siempre he sido fascinada por las estrellas. Mirando hacia el cielo y perdiéndome en el mar oscuro me hace sentir la paz que quiero obtener a pesar de lo pequeña que soy comparada al universo. Nací y crecí en Houston, Texas y las luces de la ciudad parece desaparecer las estrellas. De vez en cuando que se pueden ver miro hacia arriba para sentir la paz. He crecido escuchando historias de las estrellas en la televisión, por mis familiares, y por libros. Creo que a pesar de todo lo que he escuchado parte de mi ha creado mi propio mundo e ideas para las historias que creo en mi cabeza cuando miro hacia las estrellas. El momento que más recuerdo es cuando era niña y estaba de viaje en México. En el rancho si podía ver el cielo y todas las estrellas. Era niña y sentía que todo era posible y que todas las estrellas eran todas las oportunidades que tenía. Miraba hacia arriba y buscaba las mas brillante para hacer un deseo. Y creía que esa estrella, puesta allí por Dios, era un deseo que se cumpliría para mí. Es tan bonito creer todas las historias que te cuentan tus padres. Es tan bonito tener la imaginación y esperanza de un niño. No he ido a México en muchos años y no he tenido la misma oportunidad de ver tantas estrellas en la ciudad. Pero eso no me detiene de que por las noches mire hacia arriba para buscar esa estrella brillante que ahora puede ser aun un deseo o un relativo que a fallecido. Las estrellas brillan y el tiempo pasa. Las estrellas pueden estar desaparecidas aquí y brillando en otra parte del mundo, pero siempre están allí. He aprendido a buscar las estrellas en la oscuridad. He aprendido que todo cambia y que la paz es difícil de obtener. Pero aun hay momentos en que cuando veo hacia el cielo recuerdo que soy tan pequeña y que bajo las estrellas no estoy sola. Nunca estamos solos. Dios está allí y estamos reunidos bajo las mismas estrellas, aunque el cielo parezca diferente de donde lo estemos viendo aun así estamos unidos.